La Epifanía significa ‘manifestación‘ y referida al Señor corresponde a los momentos en que Jesús se manifiesta o se revela al mundo entero como su Salvador. Se identifica con el Día de Reyes, sin embargo, en la tradición cristiana existen al menos tres momentos en los que Jesús se manifiesta: ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12), a San Juan Bautista en el Jordán y a sus discípulos al comienzo de su vida pública con el milagro en Caná.
San Agustín (siglos cuarto y quinto) en sus sermones de la Epifanía afirmó que llegaron el día 13 después del nacimiento del Señor. Es decir, el 6 de enero del calendario actual.
El hacer regalos a los niños este día corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que «lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis» (Mt. 25, 40); a los niños haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.
¿Quienes eran los Reyes Magos? ¿de dónde viene su iconografía? El tema es amplísimo pero veremos solamente cómo se originó y desarrolló la representación de los Reyes Magos, un tema que nace a partir de un episodio bíblico recogido únicamente por el evangelista Mateo.
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Mateo 2: 1-12
Si fue un tema recurrente en la historia del arte cristiano es por su significación profética, que unos magos orientales reconozcan a Cristo como Rey y lo adoren habla de la apertura a los paganos del misterio de la Encarnación, y por lo tanto de toda la Redención. El Salvador de los hombres viene para todos, no solo para el pueblo judío, y en la Epifanía se muestra al mundo entero. El potencial evangelizador de la imagen reside en que manifiesta que se revela a los gentiles de toda condición y procedencia: la estrella que atrajo a los Magos es figura de la profecía de Simeón de que Jesús será “luz para iluminar a las naciones” (Lc 2, 32).
Sabemos que los “magos” eran en el mundo mesopotámico aquellos que estudiaban e interpretaban los astros: astrónomos, astrólogos, científicos, adivinos. Personajes considerados, importantes, y cargados de significado en el mundo judío por venir del Oriente, de donde sale el sol. Pero para ir confeccionando la iconografía que hoy conocemos, el arte recurrió a otros textos apócrifos, leyendas y escritos medievales.
Por ejemplo, estamos acostumbrados a ver tres, pero el texto bíblico no dice cuántos eran. Lo que sí dice es que llevaban tres dones con los que reconocen a Cristo como Rey, como Dios y como hombre:
- Oro: metal precioso símbolo de la realeza pues Cristo es el Rey del Universo (Lc 27, 11).
- Incienso: usado en rituales y sobre todo como ofrenda a Dios. Simboliza la plegaria que asciende a Dios con su humo y perfume. Se le ofrece a Jesús como verdadero Dios.
- Mirra: resina aromática empleada en la unción y ritos funerarios. Simboliza la condición mortal del hombre y profetiza la Pasión del Redentor.
Parece lógico: tres regalos, tres oferentes. De hecho, la primera representación que se conoce de ellos es la de la catacumba romana de Priscilla (siglo II-III) y aparecen tres. Pero el el número de magos ha sido cambiante a lo largo del tiempo. En la catacumba de Domitila, del propio siglo III, aparece la representación de cuatro, y en las catacumbas de Pedro y Marcelino, del mismo siglo, aparecen dos. Además, sabemos que el tres es un número especial: el número de la Trinidad, el número de la perfección. Tres magos permiten representar las tres edades del hombre, los tres continentes conocidos entonces, los 3 hijos de Noé que prefiguran las razas…
¿Y por qué “reyes” magos? Tertuliano, en el siglo III, une ambos términos basándose en el Salmo 72, 10-11:
Los reyes de Tarsis y las islas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba pagarán tributo. Todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones.
Sus nombres aparecen por primera vez en el Evangelio Armenio de la Infancia (s.VI) y se popularizan al ser incluidos en el Liber Pontificalis (s.IX) En la representación de la Basílica de San Apolinar el Nuevo (est. 550) aparecen esos nombres que a lo largo de la Alta Edad Media se fijarían: Melchor, Gaspar y Baltasar.
Es la catolicidad de este episodio lo que lo hace tan querido, lo claramente que manifiesta la universalidad de la Salvación para aquellos que, no siendo del pueblo judío, el elegido, se acogen a Cristo. El planteamiento de tres magos en relación con los tres continentes se repensó con el descubrimiento de América; hubo algunos intentos fracasados de incluir un cuarto rey, pero la iconografía estaba ya muy consolidada.
El gesto de adoración también cambió: si en el ámbito bizantino realizaban la proskynesis, postrándose, las representaciones occidentales suelen mostrar a los magos con la rodilla en tierra en genuflexión, posición de respeto y reverencia.
La tradición dice que los Reyes Magos volvieron a sus tierras y murieron, siendo enterrados juntos posteriormente. Sobre la urna que custodia los restos que habría encontrado santa Elena. Los cuerpos de los Reyes Magos viajaron por Irán, Turquía e Italia, llegando hace ocho siglos a Colonia donde se construyó una basílica para honrarlos.
Su tumba se encuentra detrás del Altar Mayor de la Catedral; es un relicario grande, pesado, cubierto de oro y adornado con figuras de los apóstoles y escenas de la vida de Cristo. Diseñado por el famoso orfebre medieval, Nicolás de Verdún, empezó a construirse en el año 1180 y tardaron 45 años en realizarlo. Pesa 350 kilos y mide 2.20 metros de largo y 1.50 de alto .
En los lados se encuentran las imágenes de Profetas en la parte más baja, los Apóstoles y Evangelistas en la parte superior. Un extremo muestra la Adoración de los Magos, María entronizada con el niño Jesús y el Bautismo de Cristo. El otro extremo, escenas de la Pasión, muerte y Resurrección junto con el retrato del arzobispo Reinaldo Dussel que llevó las Reliquias allí.
El relicario fue abierto en 1864, comprobando que había tres cuerpos masculinos que se envolvieron en sedas y que a día de hoy se mantienen en el relicario excepto un húmero, una tibia y un esternón, que se devolvieron a Milán a principios del siglo XX como compensación por el saqueo. Estos restos devueltos a Milán, se encuentran en la Basílica de San Eustorgio que conserva en la punta del campanario una estrella en lugar de la tradicional cruz. En Colonia fue tal la importancia del relicario de los Reyes Magos y de su Catedral, que el escudo de armas de la ciudad muestra las tres coronas que los representa.
fuente: Mª del Camino Viana @mariacvg, Aciprensa.