En un profundo arcosolio del trascoro catedralicio, que se abre a la nave de la Piedad de la Catedral de Cuenca, se nos muestra un buen lienzo, ahora elemento básico de una capilla de culto, que representa la Coronación de Espinas o la burla al Señor después de ser coronado y escarnecido por la soldadesca romana.
Es una obra de gran mérito atribuida con fundamento al pintor conquense Cristóbal García de Salmerón (1603 – h. 1666).
Este artista del Barroco nos presenta a Cristo en uno de los momentos de su Pasión que alcanza tintes del dramatismo propio de la escena, al utilizar un recurso muy del estilo de la época como es el claroscuro que impregna el lienzo. Se nos presenta el Salvador desnudo en tres cuartos con las manos atadas y sujetando una caña, zogal al cuello y coronado de espinas. La cabeza, con halo resplandeciente que hace fijar la mirada en él, está coronada de espinas. El foco lumínico provocador de este recurso barroco parte, irrealmente, del propio cuerpo de Jesús que irradia luz al resto de la escena, y que nos detalla una buena y clásica representación anatómica. Tres personajes más forman parte del drama. Dos formando simetría con el protagonista del cuadro, que acentúa su presencia con la clámide roja que sujeta un sayón, y un tercero que mira hacia el Nazareno y sostiene el madero en el que va a ser crucificado. Compositivamente la escena está formada por varias diagonales en consonancia con la época y con los personajes en distintas actitudes, imprimiendo dinamismo y movimiento al Misterio. El realismo es otra de sus características; en los tipos, en las actitudes. La rudeza de los sicarios contrasta con la belleza clásica y serena del Señor escarnecido. La paleta de color es variada y suelta su pincelada.
García de Salmerón es uno de los pintores conquenses sobresalientes. Probablemente se forma en Toledo y recibe influencias de Luis Tristán y Juan Bautista Maíno. En la Catedral se conserva el magnífico retablo de la Predicación de San Juan Bautista y el Apostolado que ahora se encuentra en la Sala Capitular, si bien se realizó para el Monumento de Jueves Santo que el Cabildo conquense instalaba en la nave de los Reyes.