El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los Cielos y está sentado a la diestra de Dios; Al día cuadragésimo de su resurrección subió a los Cielos con la carne en que resucitó y con el alma. Ascendió por su propio poder, poder que tenía como Dios y también poder de su alma glorificada sobre su Cuerpo glorioso. El que lo creó todo, subió por encima de todo.
Esta solemnidad ha sido trasferida al domingo 7º de Pascua en muchos lugares desde su día originario, el jueves de la sexta semana, cuando se cumplen 40 días después de la Resurrección, conforme al relato de San Lucas en su evangelio y en los Hechos de los Apóstoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: cómo el Pueblo de Dios anduvo cuarenta años en su éxodo de Egipto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su éxodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La Ascensión es un momento más del único Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús como contrapunto a la humillación padecida en el suplicio y la muerte.
Luego Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía se apartó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarle, volvieron muy contentos a Jerusalén. Y estaban siempre en el templo, alabando a Dios.
La solemnidad llamada Ascensión del Señor es una festividad muy antigua, aunque no existe evidencia documental de su existencia previa al siglo V, pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre.
La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público, haciendoles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto. Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó que estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos.
La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado. Sin embargo, adquiere especial consideración porque es parte de la resurrección de Cristo. No se entendería la resurrección sin la ascensión. De entre las muchas enseñanzas de la Ascensión podríamos considerar estas dos: Cristo fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia Él y para sentarse a la derecha del Padre, como profesamos en la oración del credo cada domingo. El Señor glorificado continúa presente en el mundo por medio de su acción en los que creen en su Palabra y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos. El mandato de Jesús es claro y vigente: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Por ello, la nueva presencia del Resucitado en su Iglesia hace que sus seguidores constituyan la comunidad de salvación.
Sirva este recordatorio como preparación para celebrar en el día de hoy la Solemnidad de la Ascensión del Señor, y para recordar que Jesús nos enseñó su camino:
A donde yo voy ya sabéis el camino…
yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mi.
(Jn 14,4.6).