Por petición de D. Mariano, coadjutor de nuestra parroquia, os reproducimos aquí el editorial de la revista Ecclesia sobre la campaña de la Renta.
Desde el pasado 6 de abril y hasta el próximo 30 de junio, más de veinte millones de contribuyentes residentes en España están llamados a realizar la anual declaración de la renta de las personas físicas. Mediante ella, se nutren las arcas de erario público, que posibilitan la prestación de los servicios sociales y, en definitiva, el desarrollo de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Desde hace casi tres décadas, también el derecho a la libertad religiosa encuentra cauce de canalización y de participación en la declaración de la renta, a través de la denominada asignación tributaria a la Iglesia católica. Se trata de una opción libre y soberana que los contribuyentes pueden utilizar, marcando una X en el casillero correspondiente. Y esta es precisamente la única alternativa libre o decisión voluntaria que el actual modelo de la declaración de la renta permite a los contribuyentes. Sobre el resto del destino concreto de sus impuestos no son preguntados y es el Estado el que directamente realiza los posteriores repartos y distribuciones. La asignación tributaria no es, en modo alguno, un nuevo o encubierto impuesto, pues la cantidad a deducir del IRPF –desde 2007, el 0,7%- se cargará igualmente.
La asignación tributaria, además, no solo es libre y democrática, sino que tampoco conlleva gasto ni descuento alguno: ni cobran ni devuelvan ni más ni menos por hacerla, ni por dejar de hacerla. Es, pues, gratis, no cuesta nada y su tramitación es muy sencilla.
La asignación tributaria para la Iglesia no es ningún privilegio o trato de favor, sino la respuesta a un derecho –el de la libertad religiosa, así reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Constitución española de 1978- y a un clamor ciudadano, como, año tras año, demuestran los resultados. En el último ejercicio fiscal, el correspondiente a 2014 (ecclesia, número 3.824, páginas 9 y 10), el total de declarantes que asignaron a la Iglesia en su declaración de la renta volvió a subir. Un total de 7.291.771 declaraciones (unos nueve millones de ciudadanos) se presentaron en toda España con la X a favor de la Iglesia católica, con un aumento de 23.714 declaraciones. Porcentualmente representan un 34,76% del total, un porcentaje muy similar al de otro país católico comparable a España, como es Italia, y que tiene un sistema de asignación tributaria similar al nuestro. Y estas cifras y su continua y sostenida tendencia al alza demuestran que los contribuyentes asumen y avalan el sistema y quieren seguir colaborando con la Iglesia. Probablemente este apoyo, que se explicita y actualiza cada año, es el mayor gesto de adhesión que se da en España a una institución.
Desde hace más de diez años, ya no hay contraposición entre la X para la Iglesia católica y la X para otros fines de interés social. Era injusto y enojoso este dilema; era una manera falsa y dañina de contraponer “Iglesia” con “pobres”, cuando, además, es precisamente la Iglesia la institución más comprometida con la causa de los pobres y necesitados. Podemos, pues, marcar la dos X, sin que debamos pagar ni más ni menos; simplemente, el Estado, con este doble gesto, con esta doble X, se obliga a distribuir un doble el 0,7% del IRPF del signante: para la Iglesia y para otras instituciones de fines sociales.
Y, por si fuera poco, “este el dinero -escribe el visecretario económico de la CEE en la revista X Tantos- es el mejor invertido. Puedo conocer cada año, a través de la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia, en qué emplea sus recursos. Las cifras sobre la actividad celebrativa, evangelizadora, educativa, en defensa del patrimonio cultural e histórico artístico o la inmensa actividad asistencial, demuestran año a año el enorme servicio que prestan las instituciones de la Iglesia en nuestro país”. Dicho como otras palabras y parafraseando el lema de la presente campaña eclesial, este dinero es X (por y para) tantas historias de tantas personas, personas que se entregan por los demás, personas que están necesitadas de tantas cosas, de consuelo y esperanza. Es una X, un dinero, por tantos que necesitan tanto, y que no cuesta nada asignarlo.
Y, claro, para los católicos marcar la X es también un deber y un gozo de corresponsibilidad, de misión y de compromiso.