El 8 de Diciembre es fiesta nacional en España, se celebra el día de la Inmaculada Concepción, pero ¿de dónde viene la fe en ese Dogma de la iglesia en nuestro país?
Todo se origina en el llamado Milagro de Empel, un suceso acaecido el 7 y 8 de diciembre de 1585, a raíz del cual la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles y la actual infantería española.
La batalla o Milagro de Empel forma parte de las acciones bélicas de la Guerra de los Ochenta años o Guerra de Flandes . La guerra se inició en 1568 y finalizó con la Paz de Westfalia en 1648.
Durante este periodo se enfrentaron las provincias de los Países Bajos contra su soberano, el Rey de España. Flandes tenía gran importancia geoestratégica para el Imperio Español. Representaba una amenaza permanente para Inglaterra, Francia y Alemania y en aquella época, Felipe II y toda su Corte, estaban convencidos de que España era el guardián del Catolicismo en Europa.
Después de recuperar Amberes, en el verano de 1585, Alejandro Farnesio se sintió en condiciones de acudir a las «islas de Gelanda y Holanda» cuyas poblaciones católicas oprimidas por los rebeldes protestantes le pedían auxilio. Farnesio mandó los tercios a la isla de Bómel, situada entre los ríos Mosa y Waal y en respuesta a esta maniobra, el almirante rebelde Holak situó su flota de 10 navíos entre el dique de Empel y la ciudad de Bolduque – Hertogenboch, bloqueando por completo a los españoles. Ahora el Tercio estaba al alcance de la artillería de la flota enemiga y sería fácil de rendir. Estaba claro, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla no aguantaría mucho.
Reconociendo su superioridad táctica y con objeto de evitar posibles bajas , Holak que conocía a los españoles, les propuso a una rendición honrosa; pero su respuesta fue clara:
Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos.
El orgullo y altanería de los españoles provocó a Holak y decidió el exterminio total de los soldados españoles. Ordenó abrir los diques del canal del rio Mosa, que trascurría por encima del nivel del campamento del Tercio, provocando la inundación de la Isla de Bomel. Los españoles, que estaban alojados en la zona de los pueblos de Dril, Rosan, Herwaardefl y Hurwenen tuvieron el tiempo justo de subir a refugiarse en los diques Las aguas inundaron rápidamente el campamento donde estaban acampadas las fuerzas española, solo quedó como tierra firme el pequeño montecillo de Empel, donde se refugiaron los 5.000 soldados del Tercio para evitar morir ahogados.
Por la tarde la flota rebelde disparó el fuego de su artillería, arcabuces y mosquetes sobre los infantes españoles que se apiñaban en el dique de Empel. La situación era límite los españoles se apiñaban en el montecillo con la ropa húmeda sin comida ni leña. Ahora ya eran presa fácil del enemigo. Los soldados del Tercio Viejo estaban en clara inferioridad, habían quedado sitiados por las tropas enemigas y sin posible escapatoria habían decidió clavarse al suelo hasta el final. Pero esta vez, iba a hacer falta un auténtico milagro para salvar sus vidas, el Milagro de Empel.
El sábado 7 de diciembre de 1585, la situación era desesperada,
En ésto, estando un devoto soldado español haciendo un hoyo en el dique para guardarse debajo de la tierra del mucho aire que hacía junto a su tienda y cerca de la iglesia de Empel, a las primeras azadonadas que comenzó a dar para cavar la tierra saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora, pintada en una tabla, tan vivos y limpios los colores y matices como si se hubiera acabado de hacer. Como si hubiera descubierto un tesoro acuden de las tiendas cercanas. Vuela allá el mismo Maestre de Campo Bobadilla .Llevanla pues como en procesión al templo entre las banderas la adoran pecho por tierra todos: y ruegan a la Madre de los Ejércitos que pues es la que solo podía hacerlo, quiera librar a sus soldados de aquella asechanzas de elementos y enemigos: que tenían por prenda de su libertad cercana su imagen entregada piadosamente cuando menos imaginaban y más necesidad tenían, que prosiguiese y llevase a cabo su beneficio.
Pusieron la tabla en una pared de la iglesia, frontero de las banderas, y el Padre Fray García de Santisteban hizo luego que todos los soldados le digesen una salve, y lo continuaban muy de ordinario. Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día.
¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?
¡Si queremos!
La respuesta fue unánime en aquellos infantes españoles.
Al amanecer del 8 de diciembre, fiesta de la Purísima Concepción, se produjo un acontecimiento que los españoles no dudaron en bautizar como «el milagro de Empel»: durante la noche, un gélido viento se alzó sobre el río Mosa y congeló sus aguas, algo que no había sucedido en Bommel desde hacía muchos años. Esta circunstancia hizo que los infantes españoles vieran la posibilidad de atacar a la flota enemiga desde la superficie firme que ofrecia el hielo.
Bobadilla ordenó al Capitán Cristóbal Lechuga que tuviera listos doscientos hombres y tres piezas para atacar al enemigo. De esta forma, al mando del Cristóbal Lechuga los infantes españoles marcharon sobre el hielo y atacaron por sorpresa a los barcos rebeldes al amanecer del 8 de diciembre.
Los tercios combatieron con extrema contundencia animados por la sed de venganza por el asedio de los holandeses. Los rebeldes caían ante las armas española sin posibilidades de reaccionar. Los infantes españoles tomaron prisioneros y capturaron y quemaron todos los barcos de la flota enemiga.
Durante el 9 de diciembre el Tercio cargo con rabia contra el fuerte holandés situado a la orilla del río Mosa. La posición defensiva fue tomada por los españoles y los holandeses huyeron en desbandada aterrorizados por la furia de los arcabuceros y piqueros españoles.
La victoria española fue tan completa que el almirante Holak llegó a decir:
Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro. Cinco mil españoles que eran a la vez cinco mil infantes, y cinco mil caballos ligeros y cinco mil gastadores y cinco mil diablos.
Al día siguiente mejoró el tiempo y los españoles pudieron volver en barcas a Bolduque. Los infantes de Bobadilla estaban agotados, fueron acogidos y curados por la población de Bolduque. Muchos morirían por las penalidades sufridas y otros perdieron pies y manos por congelación. Los tercios españoles había pasada un momento muy crítico y se había salvado de milagro. La ciudad recibió como testimonio de agradecimiento de Farnesio y del propio Felipe II, un cáliz de oro y ochenta vacas para limosna de pobres. Los extraordinaros acontecimientos de esta angustiosa semana se divulgaron rápidamente.
Los católicos holandeses calificaron los sucesos que habían dado lugar a la salvación de los españoles del ejército del Rey como «Het Wonder van Empel», «el milagro de Empel». El 8 de diciembre de 1585 entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes, pero habría que esperar 269 años para que la bula del Papa Pío IX, Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María.
Fuente: grandesbatallas.es
Ilustraciones: pinturas de Augusto Ferrer Dalmau.