Entre nubes y claros salimos en nuestro Día Grande acompañados de todas las demás Hermandades de Paz y Caridad, cruzábamos los dedos para intentar espantar la lluvia que más tarde llegó inmisericorde. Más de 160 hermanos iniciaban el desfile en la Parroquia, incrementándose al llegar al puente de la Trinidad y Calderón de la Barca, realizando un espectacular desfile granate por Carretería. Si bien la proximidad de las bandas del “Amarrao” y del Ecce-Homo dificultaban la labor de llevar acompasado el Paso, los Banceros llevados por su Capataz no perdieron el ritmo en ningún momento arropados por muchísimos Hermanos de Tulipa.
El mal tiempo hacía pronto acto de presencia con una finísima lluvia que en ningún momento puso en riesgo ni a la talla ni al manto, que eran vigilados en todo momento con los plásticos preparados y fuera de las andas para reaccionar rápido en caso de necesidad. Muchos hermanos comentarían luego el acierto de no precipitarnos a la hora de poner los plásticos pues la talla no se deslució ni peligro en todo el recorrido. Siendo ya costumbre en la calle del Peso el paso descendió al suelo para encender sus velas, que no resistieron mucho dado el viento que a la salida del Peso meció la capa dando lugar a uno de los momentos más bonitos y emocionantes del desfile.
Con el miedo de que la lluvia arreciara la procesión decide dividirse, regresando el Ecce-Homo, la Verónica, el Jesus del Puente y el Auxilio a la Iglesia de origen y quedando la Soledad en San Andrés. El resto seguiríamos hasta la Catedral.
Como cada año la emoción asomaba con la entrada en la Plaza Mayor y el paso bajo los Arcos. El leve viento que nos acompañó toda la tarde movía la capa y junto con el firme pero suave mecer de los Banceros los arcos quedaban atrás mostrando la magnifica talla de Jesus con la Caña, una de las mejores de nuestra Semana de Pasión.
Una vez más (y van unas cuantas) los Hermanos de Tulipa mostraron un comportamiento magnifico arropando al Paso hasta el final, abrazando en la Plaza cada paso que los Banceros daban acercándose a la Catedral. Y sin perder ni por un momento la dignidad y la solemnidad que el desfile requería llegó el momento de entrar en la Catedral. El Capataz guió el empuje silencioso y solemne al entrar en la Catedral, detalle de respeto que ha encantado a los Hermanos, y entre abrazos, tristeza y satisfacción por el trabajo bien hecho aunque por desgracia inacabado, terminaba la procesión.
Nuestro Padre Jesus con la Caña duerme en la Catedral a la espera de sus Banceros, que lo devolverán este sábado a San Antón.
mikel.