…Deseo que la indulgencia jubilar llegue a cada uno como genuina experiencia de la misericordia de Dios, la cual va al encuentro de todos con el rostro del Padre que acoge y perdona, olvidando completamente el pecado cometido. Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión. Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares.
Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo.
S.S. Papa Francisco.
En un día especial, la festividad de San Juan Pablo II, un Papa muy importante para muchos de nosotros, nuestra Hermandad se reunía para seguir el llamado de otro Papa, Su Santidad el Papa Francisco.
En un mundo en crisis, en el que cada día son más importantes las obras de Misericordia, este Año Santo nos lleva a tener un corazón misericordioso fuerte, firme, abierto a Dios y a su palabra. El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy concreto y exigente, que implica las obras como parte fundamental.
Conocedores de la importancia de esto dentro de la vida de la Hermandad, no podíamos dejar pasar la petición del Papa Francisco y de nuestro párroco, D. Ángel García, para que diésemos a los hermanos la oportunidad de un día de reflexión, un día de unión fraternal, un día de jubileo, unidos a los pies de nuestro Jesús con la Caña.
A partir de las 10, los hermanos iban peregrinando hasta la parroquia, pues peregrinar es acudir a lugar santo, en este caso a la Puerta Santa. Allí, D. Mariano, coadjutor de la parroquia, ya esperaba para administrar el Sacramento de la Confesión a los que lo necesitasen. Dos cirios encendidos en nuestro altar, acompañaban el rezo de la penitencia bajo la dulce mirada del Señor.
La Misa Jubilar empezaba con D. Ángel recibiéndonos en el atrio de la iglesia con una oración de bienvenida al peregrino; juntos traspasábamos la Puerta Santa mientras “Iglesia Peregrina” sonaba en el órgano, magnifico, en las manos de nuestro hermano Rafa Díaz.
Tras las lecturas, D. Ángel, en la homilía, nos pedía que llevásemos la Misericordia de que mostró el Señor con su sacrificio en la Cruz a nuestra vida cotidiana. Que el perdón de la mirada de Jesús con la Caña, sea el ejemplo que nos guíe y llene nuestro corazón.
El “Miserere Gregoriano con versos de Órgano”, llenaba de sacralidad, el momento de la comunión en hermandad. Cristo llenaba los corazones de todos.
La Misa de la Misericordia preparada por nuestro párroco y consiliario se acercaba a su fin con la Profesión de Fe del Credo y la Oración de la Misericordia por las intenciones del Papa.
El broche final lo ponían los acordes del Himno Oficial del Año Santo en el órgano, mientras el nº 1 de la Hermandad, nuestro querido Teófilo, entregaba a D. Ángel un detalle de agradecimiento por tantos años de trabajo y consejo.
Una ceremonia íntima pero solemne, familiar pero en la universalidad del mensaje del Papa, un acto precioso para ganar el jubileo y que el Señor, rey de reyes y misericordia viva, inunde cada minuto de nuestra vida cotidiana.
Solo queda dar las gracias a todos y cada uno de los hermanos que asistieron a Carlos García, de Jesús del Puente y Francisco Ruiz de la Soledad del Puente que nos acompañaron, a Rafa Díaz por su magnifica interpretación al órgano y como no, a D. Mariano y a D. Ángel, cabeza visible de la parroquia en la que formamos parte de la iglesia viva.
Cuánto deseo que (…) nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.
S.S. Papa Francisco.