Tocaba madrugar para dejarlo todo preparado. La Catedral de Cuenca, fría como el día pero acogedora, nos esperaba con los brazos abiertos. Nada más cruzar la puerta la pantalla de la entrada mostraba el anuncio de la celebración.
Pronto la candeleria y el exorno floral toman forma. La Capilla de la Coronación de Espinas estaba lista para recibir la Reliquia de la Santa Espina.
Lo mismo ocurría en la Capilla Honda. En la celebración de esta Solemnidad nos acompañaría un grupo de Caballeros Teutónicos que ocuparía la sillería baja del lado de la Epístola.
La Eucaristía sería presidida por D. Miguel Ángel Albares, Canónigo y Rector de la Catedral, junto a él concelebraba D. Fernando León Cordente.
Una procesión de entrada, con dos Caballeros Teutónicos, nuestros Hermanos Mayores y los celebrantes, llevaba a entronizar la Reliquia en la parte izquierda del retablo.
Tras la monición de entrada leída por nuestro Secretario, D. Miguel Ángel saludaba a Priorato y Hermandad.
Una homilía directa de D. Miguel Ángel nos refrendaba en la importancia de la Solemnidad, en la importancia de Cristo como Rey, no un rey terrenal como estamos acostumbrados, sino un Rey entregado en el Sacrificio por nosotros, camino y guía al reino de Dios.
Nuestra advocación y nuestro Sagrado Titular no puede estar más identificado con esta fecha. Corona de espinas y caña, burla de la soldadesca y símbolo de los atributos reales, pero manteniendo la mirada de misericordia del Dios que es y la dignidad del Rey de Reyes.
Acabada la ceremonia las puertas de la Capilla Honda se abrían para que el guión de la Hermandad saliese y los hermanos, fieles y caballeros formasen a sus lados.
La Reliquia de la Santa Espina, portada por un hermano revestido de alba y paño de hombros y escoltada por cirios, ocupaba su lugar en el cortejo y se iniciaba la Procesión Claustral.
La nave de la Piedad se llenaba con las notas del órgano del Evangelio tocado por Carlos Arturo Guerra.
Tras la veneración de la Reliquia lentamente el cortejo regresa solemne a su lugar de origen, recordando que la Santa Espina, como el lienzo de la Capilla, nos llevan a recordar y reflexionar sobre el Sacrificio Supremo, el que hizo el mismo Dios por nosotros. Esa y no otra es la función de una reliquia, cuyo valor está en que nos lleve a Cristo.
Cumplida la Procesión Claustral, acompañamos a los Caballeros Teutónicos en la ofrenda floral y el acto de homenaje que realizaron en la Capilla de Santa Elena.
Queda ahora agradecer la atención y el interés de todos aquellos que han hecho posible este domingo que recordaremos largamente. Gracias a la Catedral de Cuenca y en especial a su Rector y Canónigo, D. Miguel Ángel Albares, que desde el primer momento nos ha ayudado y puesto todo tipo de facilidades. Gracias también al personal de la Catedral que siempre nos echa una mano con una sonrisa. Gracias Carlos Arturo por esas magníficos acordes. Y por último gracias a todos y cada uno de los hermanos que han ayudado en el montaje y el acto. Gracias a todos.
P.D: ¡No os imagináis lo buenas que estaban las gachas de la comida de Hermandad que tuvimos después!
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